jueves, 24 de noviembre de 2011

IN MEMORIAM: BALDOMERO CIERO MONCAYO

               El pasado lunes, 21 de noviembre de 2011, falleció mi querido padre, Baldomero Ciero Moncayo. Desde aquí quisiera agradecer en nombre de toda mi familia y en el mío propio, las muestras de condolencias y el apoyo mostrado por todo el pueblo de Salteras, amigos/as de la familia y compañeros/as y amistades de cada uno de los miembros familiares. Las muestras de cariño que sentimos en estos días nos ayudan a soportar de la mejor manera su gran ausencia.

          Como homenaje a su persona y a lo que significó para todos aquellos que vivimos a su lado, citaré algunos fragmentos de las palabras que mi suegro,   D. Antonio Ocaña Rodríguez  le dedicó en su sepelio:

      … su vida supone un ejemplo, una verdadera causa ejemplar, como decían los escolásticos del siglo XIII,  que  es digna de guiar también  nuestras propias vidas. Y es que Baldomero era un hombre esencialmente “bueno”, justo e íntegro … en Baldomero siempre resplandeció la bondad,  pese la rudeza con que a veces pudiera expresarse, fruto de su carácter apasionado y valiente … siempre guardó fidelidad  a su esposa Carmela,  con firme amor y plena confianza en ella. 

        Educó a sus hijos con gran sacrificio como hicieron tantos padres de la postguerra española,   siempre con la mira puesta en que ellos fueran superiores en conocimiento  y habilidades a las que él mismo pudo adquirir en  tiempos de su infancia y juventud, tan terribles y duros,  forzado por la necesidad de aportar recursos económicos desde temprana edad a la casa de sus propios padres.  A todos sus hijos les proporcionó lo mejor de sí mismo: les ayudó con su tenaz esfuerzo a formar, o  más específicamente a construir  un hogar donde cobijar a su nueva familia y amó profundamente a todos sus nietos. . .    

            Siempre fue fiel y leal con sus amigos, pese a discutir con ellos de lo divino y de lo humano con inusitada tenacidad… Siempre acudió en ayuda de quien lo necesitaba para cualquier trabajo o cualquier consejo. Se tomaba muy de veras las cosas de la política,  pese a reconocer  que “de modo individual” lo más esencial que tenía que aportar a la sociedad,  era su trabajo bien  realizado… De aquí proviene que su querido pueblo de Salteras esté  afectuosamente unido con su familia en el dolor que les embarga y que tardará tiempo en mitigarse.  
   
... con su natural  inteligencia llegó a dominar los  secretos de su profesión. Llegó a ser,  lentamente pero con seguridad y poniendo atención a  todo lo interesante que veía y escuchaba, un verdadero experto en las obras de construcción que se le encomendaban… él buscaba la hermosura, la perfección  de una obra, quizá pequeña,  pero bien hecha por medio de sus manos. Ello  le producía una verdadera satisfacción y  le llenaba de orgullo: a él mismo y también a los demás. 

¡Que duda cabe de que,  asimismo,  por mediación del extraordinario talento del que como músico está dotado su hijo, llegó a  sentir la emoción intemporal o más bien pasajera pero profunda,  que la música es capaz de producir en nuestros corazones, particularmente la música eclesiástica que es el género preferido de José Jesús Ciero!

 … yo creo que Baldomero … comprendía  también la tradición cristiana de nuestro pueblo y sentía con orgullo abierto y no disimulado la grandeza de la Iglesia católica,  de tan largo desarrollo a través de los siglos ... Este peso de la religión… se dejó sentir sobre todo en su amor hacia  la Hermandad “de los Blancos”, o más bien mediante  el amor a sus queridas imágenes: Jesús con la cruz al hombro y María, su madre al lado.... desconsolada.  Más que a sus imágenes a lo que ellas representan. Por la Hermandad luchó y a ella le dedicó incontables horas de ilusión y de trabajo...  

El sufrimiento del Dios-Hombre  es el único asidero firme en que fundar y con el cual explicar nuestro propio dolor,  cuando hemos de sufrir  los diversos males de este mundo y el mal de la muerte que aquel padeció… De soslayo,  por respecto a la intimidad, he visto sus ojos turbios de lágrimas al paso de las sagradas imágenes cuando ya la enfermedad  le impedía asistir a la procesión de su Hermandad como penitente.

Hoy, cuando ha muerto Baldomero, también, junto con nosotros,  habrá llorado Jesús, como ocurrió en la muerte de Lázaro (et lacrimatus est Iesus).  Y si Jesús no está aquí en carne mortal  para poderlo resucitar,  al menos estará  su espíritu en el seno de Dios, y así lo creemos,  por toda la eternidad. Además vivirá su recuerdo entre nosotros.  Lo importante es que,  como reza la Iglesia,  quedemos liberados de la muerte eterna,   cuando llegue el final de este mundo,  en aquel día tremendo en que se han de mover cielo y tierra…               

Que descanse en paz.   

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