José Jesús Ciero Polvillo
Profesor Superior de Órgano
En tiempos pasados, la inmensa mayoría de las iglesias, parroquias y conventos contaban con un órgano para acompañar y engrandecer la liturgia. Según las referencias de D. Antonio González Polvillo, en 1502 la parroquia de Salteras ya poseía dos órganos medianos pero no es hasta 1575, poco después de agrandarse el templo, cuando se termina un instrumento nuevo realizado por el organero Jerónimo de León, el cual irá colocado sobre una nueva tribuna de madera emplazada cerca del presbiterio. No aporta mucha más información al respecto, solo que era de más envergadura que los anteriores y que tenía una fachada dividida en cinco castillos de cañonería1.
Los datos sobre Jerónimo de León no son cuantiosos ni muchas veces exactos. Se sabe que era sevillano (o al menos andaluz) y que muere en 1587, desconociéndose su ascendencia exacta. Solís Rodríguez comenta que es posible que perteneciera a la familia de los León, naturales de Toledo2. Jambou, que trabajó tanto en Sevilla como en Badajoz entre 1535 y 1579, manteniendo algún parentesco con la rama sevillana de los Gómez3. Kastner lo enmarca dentro de una sucesión generacional de organeros entre los que se puede citar a Cristóbal de León y Sebastián de León4.
A día de hoy, la fotografía sacada a la luz hace años por Dña. Cristina De la Orden Reyes es el único documento gráfico existente donde se puede apreciar un órgano tubular en la antigua tribuna del coro parroquial. Presenta muy baja calidad, además de planos superpuestos, pero tras someterla a una intensa restauración, el resultado es el que se muestra en la imagen. Como puede observarse, el instrumento está colocado en la parte central de una tribuna que recorre las tres naves del templo. Dividido en cinco castillos de cañonería, tiene el central, o al menos eso parece, en forma de torreón rematado por una corona que alude a la advocación mariana de la parroquia. El mueble se intuye tallado y está flanqueado por dos pequeños campanarios con tres campanas cada uno. Se ignora el número de teclados y el número de puntos de cada uno, aunque por su aparente fisionomía es lógico pensar que tuviese exclusivamente uno. Tanto la trompetería de fachada como los fuelles manuales no se aprecian con claridad en la imagen. Aunque la descripción aportada por González Polvillo encaja aparentemente con el instrumento descrito sería un gran atrevimiento por mi parte afirmar que éste podría ser el de Jerónimo de León, más aún sin tener a mi alcance una documentación amplia y detallada al respecto.
La “voz popular” cuenta que el órgano de la imagen (último que tubo el templo) llevaba muchísimos años en desuso y se encontraba en muy mal estado de conservación, por lo que fue destruido en una de las reformas de la segunda mitad del siglo XX, al igual que el gran coro que lo albergaba. El simple hecho de que los “organistas” que tocaban en la iglesia por aquel entonces, Bernardino Corral Romero y Rafael López Repiso, lo hicieran ya en el harmonium que ha llegado hasta nuestros días corrobora lo dicho. No me corresponde a mí dictaminar quien fue el responsable de tal aberración, pero lo que queda patente es que si el instrumento hubiera sido conservado, en la actualidad hubiera vuelto a la vida gracias a una restauración, tal y como ha ocurrido con tantos otros órganos de Andalucía que llevaban cientos de años en el más absoluto silencio y abandono.
La ausencia de un buen instrumento en la parroquia debe conducirnos al siguiente objetivo: volver a colocar un gran órgano en el templo que cumpla una doble función: acompañar dignamente la liturgia y permitir la realización de ciclos de conciertos. Para ello, en 2005 solicité a varios organeros que realizaran un proyecto con el pertinente permiso del párroco. Eduardo Bribiesca, organero afincado en Almagro (Ciudad Real) propuso un magnífico instrumento de dos manuales y pedal colocado en la tribuna del coro (su boceto se muestra en la imagen), con 938 tubos repartidos en 16 registros ampliables a 22 y la fachada orientada hacia la nave central. Su coste no era desmesurado teniendo en cuenta la calidad y grandiosidad del instrumento y las facilidades que ofrecía para su construcción y financiación. Sin embargo, Federico Acitores, organero de Torquemada (Palencia) aportó la idea de construir un instrumento sobre una tribunilla de nido de golondrina situado justo encima de la puerta principal, al pie de la nave central, a la que se accedería a través de un paso colocado desde el coro.
Los numerosos procesos de restauración iniciados en la parroquia desde hace años no han ofrecido la posibilidad de estudiar detenidamente la viabilidad de este proyecto. Sin embargo, el paso del tiempo ha hecho que éstos vayan concluyendo, presentándose una nueva oportunidad para volver a pensar en ello. Desde mi punto de vista, los pasos a seguir de forma preferente serían:
1º Restaurar la solería del coro, puesto que tendría que soportar el peso del nuevo instrumento, así como su acceso (escaleras).
2º Reparar, restaurar, armonizar y afinar el harmonium, el cual tendría que seguir acompañando la liturgia mientras se construye el órgano. Una vez terminado aquél, éste sería empleado para acompañar a formaciones corales numerosas que no tendrían cabida en el coro.
3º Proyectar un grandioso instrumento acorde con las características y necesidades del templo de Salteras. Éste tendría que ejecutarse por partes y en un período de tiempo relativamente cómodo que no implicara un esfuerzo económico exagerado para la parroquia.
La apuesta firme y contundente por este proyecto tanto por parte de la parroquia como por todas las entidades locales permitiría que más pronto que tarde nuestro templo, y en definitiva, nuestro pueblo, goce de otro sello de identidad que promocione la cultura y la afición por este instrumento. Espero que así sea.
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